viernes, 2 de enero de 2015

El espacio que rodea los pensamientos. Ajahn Sumedho.

El espacio que rodea los pensamientos.


Toma una frase sencilla como "yo soy", y trata de percibir y contemplar el espacio que rodea estas dos palabras. En vez de buscar otra cosa, mantén tu atención en el espacio que rodea estas palabras. Observa el proceso del pensamiento. Examínalo realmente, investígalo. En la actualidad, la mayoría de las veces no puedes observarte pensando, porque, en el momento en que te das cuenta de que estás pensando, el pensamiento se detiene. Empiezas a preocuparte: "Me pregunto si me va a pasar algo. ¿Y qué ocurre si me pasa algo?. ¡Oh!, estoy pensando", y el pensamiento se habrá detenido.

Para examinar el proceso del pensamiento, piensa deliberadamente en algo. Toma un pensamiento común como: "Yo soy un ser humano", y míralo. Si observas su inicio, verás que antes de decir "yo", hay un espacio vacío. Y si piensas: "Yo soy un ser humano", verás que también hay espacios entre las palabras. No estamos observando los pensamientos para ver si son inteligentes o estúpidos; estamos pensando deliberadamente para poder percibir el espacio que rodea cada pensamiento, y obtener con ello una forma de ser de la naturaleza transitoria del pensamiento.

Éste modo de investigar te permite percibir la vacuidad cuando en tu mente no hay ningún pensamiento. Intenta concentrarte en ese espacio; trata de concentrarte en él antes y después del pensamiento. ¿Durante cuanto tiempo eres capaz de hacerlo?. Antes de pensar "soy un ser humano", permanece en ese espacio que hay justo antes del pensamiento. Bueno, ¿es eso la atención?. Tu mente está vacía, pero también hay una intención de pensar en algo concreto. Formula el pensamiento y trata de permanecer en el espacio que hay al final del mismo. Tu mente, ¿permanece vacía?.


La mayor parte de nuestro sufrimiento viene de los pensamientos habituales. Si intentamos detenerlos impulsados por nuestra aversión hacia él, no lo conseguiremos por mucho que lo intentemos. Lo importante pues, no es liberarse del pensamiento, sino comprenderlo. Y para ello, en lugar de concentrarnos en los pensamientos, no concentramos en el espacio de la mente.

Los pensamientos de atracción o repulsión hacia los objetos suelen esclavizar nuestras mentes, pero el espacio que rodea esos pensamientos no es ni atractivo ni repulsivo. El espacio que rodea un pensamiento atractivo  no es distinto del que rodea un pensamiento repulsivo. Al concentrarnos en el espacio entre pensamientos, no nos atrapan tanto nuestras preferencias por ellos. Así pues, si descubres que un pensamiento de culpabilidad, de autocompadecimiento o de pasión, se repite en tu mente de un modo obsesivo, haz lo siguiente: piensa deliberadamente en él, tráelo a la mente en estado realmente consciente, y percibe el espacio que lo rodea.

Para concentrarte en el espacio, no necesitas ir a buscarlo a ningún lugar, porque el espacio está en todas partes. No es algo que vayas a encontrar en la habitación de al lado, en el armario o debajo de la alfombra; está aquí ahora mismo. De este modo, te abres a su presencia y empiezas a percibir que está aquí.

Si sigues interesándote en las cortinas o en la ventana o en la gente, no percibirás el espacio. No obstante, no es necesario que te deshagas de todas esas cosas para percibirlo, sólo tienes que abrirte a él, sólo tienes que advertirlo. En lugar de concentrar tu atención en alguna cosa, abres tu mente de par en par. No estás eligiendo un objeto condicionado, sino que estás atento al espacio en el que existen todos los objetos condicionados.

Sumedho, Ajahn, (1995)
Reflexiones en el camino de la meditación, Novelda, Dharma, 1998, p.146 a 148


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