El Elefante y el Perro
Relájate, quédate quietecito y escucha. Escucha con gran atención este
cuento sobre un elefante –nada menos que un elefante real- que pertenecía al
rey y que tenía el privilegio de
encabezar los desfiles reales. Se llamaba Rajah y vivía rodeado de gran lujo.
Pero como era el único elefante real, a veces se sentía muy solo, es decir,
hasta que hizo un amigo de lo más inusual. ¿Quieres saber quién fue? ¡Vamos a
ver si lo descubrimos!
Pues…..de vez en cuando Rajah se daba un largo y refrescante baño
antes de que su cuidador le sirviera la cena. Y cuando se terminaba su cena, el
elefante daba un paseo por las amplias estancias que le habían destinado y
contemplaba la puesta de sol. Esperaba hasta que las titilantes estrellas
aparecían en el aterciopelado cielo nocturno y entonces se iba a acostar.
Sin embargo, una noche, cuando acababa de cenar, advirtió que un
perrito le estaba mirando a través de la puerta de sus estancias. El perrito
era piel y huesos y parecía estar muerto de hambre.
-Señor elefante, perdona que te moleste, pero ¿podría comerme la
comida que te has dejado? Tengo mucha hambre- le pidió el perrito en voz baja.
-¡Claro que si puedes comértela! –respondió el elefante amablemente.
Así que el perrito se deslizó por debajo de los barrotes de la puerta
y fue corriendo al cuenco para comerse las sobras. Se las comió en un abrir y
cerrar de ojos, y después de darle las gracias al elefante, desapareció en
medio de la noche.
La noche siguiente hizo lo mismo, y la otra también, hasta que una
noche cuando el perrito llegó, Rajah le dijo: -Amigo mío, ¿te gustaría quedarte
a cenar conmigo cada noche? Vivo solo y disfrutaría mucho con tu compañía.
El perrito se quedo encantado al oírlo y aceptó el amable
ofrecimiento. ¿Qué escena tan graciosa ver a un enorme elefante cenando dentado
con un perrito blanco!
Pero como el cuidador no creía que aquel perrito fuera el compañero
adecuado para el elefante real, cada noche hacía todo lo posible por
ahuyentarlo. Aunque, con gran regocijo del elefante, el perrito siempre volvía.
Y como el cuidador era muy perezoso, pronto se rindió y dejó que el can se
quedara. Al cabo de poco Rajah y Copito de Nieve (el elefante lo llamaba así)
se convirtieron en inseparables amigos. Cuando el elefante iba a darse un baño,
el perrito le acompañaba y jugaban en el
agua. Por la noche cenaban juntos y charlaban y charlaban, como hacen los
amigos. Y, por supuesto, también se reían un montón. Y luego se iban a la cama.
Copito de Nieve se acurrucaba hecho un ovillo junto a Rajah. Era la suya una
gran amistad. Pero un día un granjero, cuando volvía a casa después de haber
estado trabajando en el campo, vio por casualidad a los dos animales juntos.
-Parece un perrito inteligente. Me encantaría comprarlo. ¿Cuánto
quieres por él?- le preguntó al cuidador.
El cuidador, viendo que era la oportunidad ideal para desprenderse por
fin del perrito y ganarse un dinerito extra, le pidió una cantidad por él y el
granjero, tras pagársela, se llevó a Copito de Nieve.
Al irse su querido amigo. Rajah se sintió muy solo y triste. Poco a
poco fue perdiendo el apetito, no le apetecía comer solo. En realidad ni
siquiera tenía ganas de hacer nada. Se quedaba plantado contemplando por encima
de la valla la dirección en la que el granjero se había llevado al perrito.
Cuando llegaba la hora de darse el baño, se negaba a entrar en el agua. Y por
las noches, ni siquiera se fijaba en la puesta de sol ni en las estrellas
titilando en el claro nocturno.
Al cabo de una semana el cuidador, que empezaba a estar muy preocupado
por la extraña conducta del elefante, se lo contó al rey. Y el rey le pidió al
médico que fuera a echar un vistazo a Rajah. Pero al examinar a fondo al
elefante, el médico no vio que estuviera enfermo.
-El elefante no parece estar enfermo, sólo está muy triste.
-Si, es así- respondió el cuidador.
-Ummm…pues las personas y los animales sólo se entristecen por una
buena razón- respondió el médico sabiamente-, ¿Le ha ocurrido recientemente
algo a Rajah? ¿Ha habido algún cambio en su vida?
-Pues creo que no…aunque solía jugar cada noche con un perro flacucho
que hace poco vendí a un granjero de la zona.
-¿Cuándo fue?-Preguntó al médico.
-¿Oh, bueno!, pues ahora debe hacer una semana- repuso el cuidador
tímidamente.
-¿Y cuando dejó de comer y de querer tomar el baño? –preguntó el
médico.
-Ummm…pues supongo que hace una semana- dijo avergonzado el cuidador
al darse cuenta de la conexión.
-Pues ahora ya sabes la razón, debe de estar triste porque echa de
menos a su amigo.
-¡Oh, no! Ojalá me lo hubiera pensado dos veces antes de vender al
perrito. ¡Creí que hacían una pareja de lo más rara! Intentaré encontrarlo pero
para ser sincero no tengo idea de dónde vive el granjero- dijo el cuidador
abatido aal no creer poder recuperarlo.
Cuando el médico lo contó en el palacio, el rey envió a sus emisarios
por todo el reino para que anunciaran que aquel que devolviera al perrito para
que anunciaran que aquel que devolviera al perrito recibiría una gran
recompensa, Al oírlo, el granjero fue enseguida a la corte a reclamar la
recompensa. En cuanto cruzaron la puerta del jardín del palacio y Copito de
Nieve vio a su amigo Rajah, se puso a ladrar de alegría y fue corriendo hacia
él lo más deprisa que sus cortas patitas se lo permitían.
El elefante al verlo se puso loco de alegría. Cogiendo a su amiguito
con su larga trompa, se lo puso sobre la cabeza y se fue con él a darse el
baño. Aquella noche los dos amigos cenaron juntos de nuevo y Rajah volvió a
estar feliz. Al día siguiente el cuidador del elefante también preparo un
cuenco especial para Copito de Nieve para que supiera que era bienvenido y que
podía quedarse con el elefante para siempre. Y a la siguiente celebración de la
corte, la gente se quedó maravillada al ver a un perrito blanco sentado sobre
la cabeza del elefante real que encabezaba el cortejo real.
Todos necesitamos tener amigos
con los que compartir los recuerdos y los momentos maravillosos y para que nos
ayuden en los tiempos difíciles. Una persona sabe que puede encontrar un amigo
incluso entre quienes menos se los esperaba.
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