viernes, 16 de enero de 2015

Cuentos Budistas para Niños (IV) - El buey agradecido.

El Buey Agradecido



Relájate, quédate quietecito y escucha. Escucha con gran atención este cuento sobre un gran buey negro llamado Precioso, que vivía en la granja del granjero Bruni. Precioso estaba muy agradecido con su propietario, un granjero que aunque no fuera rico, cuidaba muy bien de él y de los otros animales y los trataba con amor y bondad. El buey agradecido decidió que quería hacer algo para darle las gracias a Bruni, el granjero. ¿Te gustaría saber que hizo? ¡Vamos a ver si lo descubrimos! Pues…..una noche cuando Precioso estaba zampándose un poco de heno fresco después de haber estado trabajando todo el día en el campo, se puso a pensar cómo podía corresponder a la bondad del granjero. Mientras se comía su ración de heno, se puso a darle vueltas al asunto.
<<Como soy el buey más fuerte de la granja, quizá podría usar mi fuerza para ayudar a Bruni el granjero. ¿Tal vez podríamos organizar una competición con Amos, el buey del granjero Chang?>>, pensó.
Así que a la mañana siguiente, mientras Precioso estaba trotando hacia los campos para trabajar, le dijo al granjero: -Como siempre eres tan bueno conmigo, he estado pensando una forma de agradecértelo. Me gustaría desafiar al buey más fuerte del vecino a una lucha de tira y afloja. Y el ganador podría llevarse un premio. Estoy seguro de que yo ganaría el concurso para ti.
A Bruni, el granjero, le pareció una magnífica idea, sobre todo porque le permitiría ganar algún dinero procedente de su rico vecino. De modo que aquella tarde fue a visitar a Chang, el granjero, que vivía en la granja vecina.
-Buenos días, Chang-dijo-. Como estos días no hay demasiado trabajo que hacer en los campos, he tenido una idea para entretenernos un poco- y entonces le sugirió lo de la competición.
-¡Qué estupenda idea!-exclamó el vecino entusiasmado-. ¡Una competición de tira y afloja con los bueyes más fuertes sería muy divertida! Pero para que valga la pena el ganador debe llevarse un buen premio- sugirió el codicioso Chang, convencido de que Amos iba a ganar a Precioso-. Ya sé. El que pierda dará cien monedas de oro al ganador.
Y aunque cien monedas de oro era mucho dinero para Bruni, el granjero estaba seguro de que Precioso ganaría y aceptó el premio acordado.
Las noticias de la competición corrieron rápidamente por la región y muchos granjeros se reunieron para ir a verla. Precioso y Amos, dos bueyes imponentes, estaban en medio del campo preparados para la competición con una cuerda tendida entre ellos sujeta al arnés que llevaban para trabajar. Bruni levantó el brazo y dijo a los bueyes: -Cuando baje el brazo después de contar hasta tres, quiero que tiréis de la cuerda con todas vuestras fuerzas.-¡Uno, dos y tres, adelante! –gritó, y los bueyes empezaron a tirar a tirar de la cuerda. Tiraron y tiraron de ella con todas sus fuerzas, pero ninguno de ellos parecía ser capaz de mover al otro más de varios palmos.
Al cabo de un par de minutos Bruni pensó: <<A estas alturas Precioso tendría que estar ya ganando>> y empezó a preocuparse por si su buey perdía la competición. Dejándose llevar por el pánico, cogió una rama del suelo y se puso a pegarle al buey en el lomo.
-¡Tira con más fuerza, buey perezoso! –gritó-. ¡Tira con más energía o perderás!
A Precioso le dolieron profundamente las palabras y las acciones del granjero, le sentaron tan mal que dejó de tirar de la cuerda y ni siquiera intentó ganar.
<<Fui yo el que tuvo la idea de la competición para ayudarte>>, pensó. ¿Por qué ahora me pega y me insulta si yo nunca le he hecho nada malo? Aprovechándose de la ocasión, el otro buey tiró y tiró de la cuerda arrastrando a Precioso, hasta que al final Amos ganó.
Chang felicitó y acarició entusiasmado a su buey, mientras Bruni, desilusionado, abría la bolsita del dinero y le entregaba las cien monedas de oro del premio al granjero.
-¡Te has rendido! ¡Ni siquiera has intentado ganar y ahora he perdido cien monedas de oro- le gritó enojado a Precioso- ¿Pretendes arruinarme?
Precioso sacudió la cabeza.
-Lo he hecho porque me has llamado perezoso y me has pegado con un palo –Le respondió el buey con tristeza-. ¿Qué te he hecho yo para que me trates así?
Bruni se quedó muy afectado al oír la respuesta de Precioso y al pensar en lo que había dicho y hecho, comprendió que se había portado muy mal con él.
-Lo siento mucho- se disculpó avergonzado bajando la cabeza-. Me he dejado llevar por el pánico al temer que perdieras la competición.
-Te comprendo y te perdono-le respondió-. Si quieres, aún podemos ganar. Ve a ver a Chang y sugiérele que podéis hacer otra competición en la que le ganador se lleve esta vez un premio de doscientas monedas de oro, el doble. Pero tienes que prometerme que serás bueno conmigo.
Bruni, lleno de admiración por la compasión de Precioso, concertó con el avaricioso Chang otra competición de tira y afloja. En esta ocasión Bruni apoyó mucho a Precioso. Le animó diciéndole: <<¡Venga precioso! ¡Puedes conseguirlo, mi fuerte y sabio buey!>>, y le acarició en el lomo para mostrarle su afecto y apoyo.
Precioso tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, retrocediendo paso a paso y rugiendo de tanta fuerza que hacía. Poco a poco fue tirando cada vez más del agotado Amos hasta que le hizo cruzar la línea del vencedor. Bruni al verlo se puso a brincar de alegría y abrazó a su bondadoso buey.
-Gracias por hacer esto por mí. ¡Estoy orgulloso de ti! –exclamó mientras Chang se quedaba con el ceño fruncido, sorprendido de haber perdido.
Después de ir a recoger el dinero del premio, lo primero que Bruni hizo fue comprar una manta muy cara para que Precioso estuviera calentito por la noche. Aquel día al atardecer hicieron una gran fiesta para celebrar la buena suerte que habían tenido y el granjero le prometió solemnemente a Precioso no volver a maltratarlo nunca más.



Con demasiada frecuencia es fácil perder la paciencia y actuar con crueldad. Pero una persona sabia sabe que mostrar bondad y compasión es la forma más eficaz de sacar lo mejor de los demás.

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