miércoles, 16 de diciembre de 2015



Mindfulness - Meditación de Atención Consciente (6)


La práctica

Aunque son muchos los posibles objetos de meditación, mi recomendación es utilizar la práctica de concentración en la respiración hasta desarrollar cierto grado de concentración básica. No se trata de practicar una técnica de absorción profunda o de concentración pura. Se trata de cultivar la atención plena que culmina con en la visión profunda y la sabiduría para comprender la realidad tal cual es. Se trata de conocer con detalle el funcionamiento del complejo cuerpo – mente, se trata en suma de desembarazarte de toda perturbación psicológica para el logro de una vida tranquila y feliz.

Cuando observamos el funcionamiento ordinario del complejo cuerpo-mente, tendemos a ignorar las cosas que nos desagradan y a aferrarnos a aquellas que nos gustan. Esto es así porque nuestra mente suele estar influenciada por el deseo, el odio, el engaño, etc. Nuestro ego, nuestra identidad y nuestras opiniones se interponen en nuestro camino y tiñen nuestro juicio. 

Cuando observamos atentamente nuestras sensaciones corporales, no debemos confundirlas con las formaciones mentales. Al cabo de un rato de estar sentados es muy posible que surjan una serie de sensaciones de incomodidad en nuestra espalda o en las piernas. Nuestra mente experimenta de inmediato esa incomodidad y elabora, al respecto, numerosos pensamientos que debemos observar con mucha atención. La sensación es uno de los siete factores mentales universales. Los otros seis son el contacto, la percepción, las formaciones mentales, la concentración, la fuerza vital y la conciencia. 

FACTORES MENTALES UNIVERSALES 

1 Sensación 

2 Contacto 

3 Percepción 

4 Formaciones mentales 

5 Concentración 

6 Fuerza vital 

7 Conciencia 

En otras ocasiones pueden presentarse emociones, como el resentimiento, el miedo, la preocupación, etc., en cuyo caso, debemos observarla tal cual es, sin confundirla con ninguna otra cosa. Cuando consolidamos los diferentes agregados de forma, sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia en una sola entidad a la que tomamos por una sensación, nos confundimos puesto que la fuente de sensación permanece oculta. Si permanecemos sencillamente en la sensación, sin diferenciarla del resto de los factores mentales, resulta muy difícil comprender la verdad. 

La práctica de la atención plena o Mindfulness, nos obliga a ser completamente sinceros con nosotros mismos, porque solo conociendo nuestras deficiencias podremos mejorar. Mejorar es el único camino que nos acerca a la perfección, que es nuestro objetivo en la vida. Si queremos superar nuestros defectos, debemos antes saber cuáles son. Solo de ese modo podremos superar las debilidades y abrir las puertas para el cultivo de las nobles cualidades que se hallan profundamente enterradas en nuestra mente subconsciente. 

Lo cierto es que, si estamos enfermos, debemos descubrir la causa de nuestra enfermedad. Solo entonces estaremos en condiciones de aplicar el adecuado remedio. Si pretendemos no estar nunca enfermos, jamás podremos, por más que suframos, recibir el tratamiento adecuado. Si, del mismo modo, nos creemos libres de esas faltas, jamás limpiaremos nuestro camino espiritual. Si estamos ciegos ante nuestras debilidades, necesitaremos que alguien nos las señale estándole muy agradecidos por ello. 

Nuestro objetivo 

Nuestro objetivo con respecto a la práctica de meditación es el de alcanzar la perfección de todas las cualidades nobles y sanas que permanecen latentes en nuestra mente subconsciente. Y son cinco los elementos que componen este objetivo: 

1 La purificación de la mente 

2 La superación de la tristeza y de las lamentaciones 

3 La superación del dolor y la aflicción 

4 Avanzar por el camino correcto que conduce hasta la paz eterna 

5 Obtener la felicidad que ese camino proporciona 

Por lo tanto debemos dar un paso hacia adelante, sin olvidar este quíntuple objetivo, con la esperanza y la seguridad de alcanzar la meta.

martes, 10 de noviembre de 2015


36 AÑOS DESPUÉS


Hace36 años, en 1979 y cuando yo tenía 18 años, en los albores de todo un movimiento social de pensamiento, movimiento hippie, militancias políticas y sociales, objeción de conciencia y antimilitarismo, e inquietudes filosóficas y espirituales, un amigo de Murcia me invitó a una charla que daba una monja zen en un lugar de la sierra de Murcia. En aquél momento la meditación comiendo como el sentarse en un zendo y no hacer nada, tan solo respirar sentado de cara a la pared, me pareció un tostón mayúsculo.
Con 18 años
Al año siguiente volvieron a invitarme a pasar una noche en una cabaña en el mismo lugar. La cabaña se encontraba en lo más profundo de la sierra, solitaria y escondida entre el bosque de pinos. Lo gestionaban unos sacerdotes católicos, que curiosamente eran practicantes zen, y además de la cabaña existía una casa antigua con comedor y alguna habitación, así como un zendo para meditación y dos casitas de aproximadamente 6 m2 en las que vivían como ermitañas dos monjas católicas. Aquello lo asumí como parte de mi preparación para aprender a estar solo ya que mi intención era marcharme de casa de mis padres y buscar la independencia viajando como hippie y viviendo en comunas agrícolas y autárquicas.
En el centro casas de oración
Al igual que la experiencia el año anterior con la monja zen, aquello me pareció insostenible, pase más miedo que un tonto yo solo, aislado del resto del mundo en aquella cabaña austera y sin nada, e imaginando en la negrura de la noche que cualquier ruido o sonido significaba que alguien vendría a comerme. Mi único deseo en aquel momento era que amaneciera para marcharme de aquel lugar lo más rapidamente posible, ni que decir que no pegue ojo en toda la noche, una noche de vigilia e interminable hasta que empezó a amanecer y salí de allí “escopetao”, como se suele decir.
Casas de oración


Nunca volví a aquel lugar hasta este fin de semana pasado, 36 años después. Unos amigos, compañeros de darma, me invitaron a realizar un retiro de silencio de tres días, y el componente de realizarse en aquel lugar fue un valor añadido a la experiencia de tomar contacto con el silencio interior de uno mismo, y el de compartir ese silencio con los demás.
Ermitas

Curiosamente al llegar al lugar los recuerdos empezaron a bombardear mi cabeza, todo seguía igual, las casitas de las monjas, el zendo, la casa grande con el comedor y la cocina, el bosque. 

Luis es la persona que mantiene este sitio encantador y mágico, y no me pude resistir a comentarle que 36 años antes yo había estado allí, y pregunté si seguía existiendo aquella casita cueva en la que pasé aquella noche tan larga y negra, y mi sorpresa fue descubrir que efectivamente seguía allí, así que me facilitó la llave y salí en busca de aquel lugar, me introduje en el sendero y caminando los recuerdos surgían incesantemente, veloces e intensos, hasta que de pronto observé la
Zendo, lugar de meditación
estructura semioculta, el tejado con la cubierta de tierra y las pequeñas plantas que crecían en él, las paredes de piedra, el geranio a la derecha de la puerta que habiendo sido podado múltiples veces todavía seguía allí con sus flores, increíble y emocionante. Al introducir la llave y un momento antes de empujar la puerta para abrirla, me contuve un instante recordando la disposición de su interior para poder comprobar si seguía todo igual, y cuál fue mi sorpresa descubrir que efectivamente, todo seguía igual, a la derecha el camastro, a la izquierda una vieja silla de mimbre, la chimenea tapiada, y una
Senda a la casa cueva
repisa en la que habían depositado una pequeña cruz y alguna vela. En ese momento me vino a la cabeza que la impermanencia y la transitoriedad se habían olvidado de aquel lugar, hasta la colcha sobre el camastro parecía la misma. El lugar estaba exento de este principio tan humano y tan uviversal, “todo pasa, nada es para siempre”. En ese momento giré la cabeza hacia la izquierda, en la pared había un pequeño espejo y al verme reflejado se me encendió la lucecita, ¿que no existía la transitoriedad y la impermanencia?, jejeje.

Casa cueva para retiros
Al final tuve la experiencia que en lo más profundo nada seguía igual, desde la calma, desde la paz interior y la tranquilidad, la transitoriedad e impermanencia son leyes universales de las que nada ni nadie escapa.
Interior de la casa cueva

lunes, 26 de octubre de 2015


Mindfulness - Meditación de Atención Consciente (4)

La actitud ante la práctica meditativa.

La mente es un conjunto de eventos en lo que el observador interviene cada vez que mira en su interior. La meditación es una observación participativa, y lo que vemos es una respuesta al proceso de nuestra misma observación. Cuando nos vemos a nosotros mismos, lo que vemos también depende del modo en que lo observamos. Así pues, el proceso de la meditación es extraordinariamente delicado, y su resultado depende fundamentalmente del estado mental del meditador. Las siguientes actitudes son esenciales para el éxito de la práctica.

1º.- No esperes nada especial. Siéntate sencillamente a observar lo que sucede. No te pongas nervioso por ningún tipo de resultado. La conciencia meditativa trata de ver la realidad exactamente tal cual es. Independientemente de que se corresponda o no con nuestras expectativas. Despójate, durante la meditación, de todas tus imágenes, opiniones e interpretaciones porque, de otro modo, acabarán convirtiéndose en un obstáculo.

2º.- No fuerces. No fuerces nada ni hagas tampoco esfuerzos exagerados. La meditación no es agresiva. Que el empeño sea, en este sentido, perseverante y relajado.

3º.- No te apresures. No hay ninguna prisa, de modo que tómate el tiempo necesario. Siéntate en el cojín como si dispusieras de todo el día. Las cosas realmente valiosas necesitan tiempo para desarrollarse. Paciencia, paciencia y más paciencia.

4º.- No te aferres a nada ni rechaces nada. Acepta todo lo que se presente y, sea lo que sea, adáptate a ello. Está bien si aparecen imágenes mentales positivas y también está bien si aparecen imágenes negativas. Siéntete cómodo con todo lo que suceda, y contémplalo con ecuanimidad. No luches con tu experiencia. Obsérvala sencillamente con plena conciencia.

5º.- Suelta. Aprende a fluir con todos los cambios que se presenten. Aflójate y relájate.

6º.- Acepta todo lo que se presente. Acepta tus sentimientos, aun aquellos que te desagradan. Acepta tus experiencias, incluidas las que más te molesten. No te condenes por tus errores ni por tus fracasos humanos. Ejercita la aceptación desinteresada de todo lo que experimentes.

7º.- Sé amable contigo. Se bondadoso contigo mismo.

8º.- Investígate a ti mismo. Duda de todo. No des nada por sentado. No creas en lo que escuches por el mero hecho de que te parezca sabio o piadoso o porque lo haya dicho un hombre sabio. Contempla las cosas por ti mismo. No significa que adoptemos una actitud cínica, imprudente o irrespetuosa, sino tan solo que la actitud debe ser empírica. Somete cualquier afirmación a la prueba de tu propia experiencia, y deja que los resultados sean tu guía hacia la verdad.

9º.- Contempla todos los problemas como retos. Considera las cosas negativas que se presenten como una oportunidad para desarrollarte y aprender. Si surge un problema, perfecto. Todo es útil. Alégrate y sumérgete en él e investiga.

10º.- No reflexiones. No tienes que deducir nada. El pensamiento discursivo no te liberará de la trampa. La mente se purifica durante la meditación, gracias a la atención plena y desnuda, más allá de las palabras. Lo único que necesitamos es la percepción clara y no conceptual de lo que son y del modo en que funcionan.

11º.- No subrayes las diferencias. Las diferencias entre las personas existen, pero centrarte en ellas es un proceso peligroso que, tratado de una forma inadecuada, desemboca directamente en el egoísmo. Comparamos nuestro aspecto, éxitos, logros, riqueza, posesiones y coeficiente intelectual con los demás, lo que desemboca en el estado consiguiente de enajenación, distanciamiento interpersonal y malos sentimientos.

La tarea del meditador consiste en acabar con este inútil hábito. Así, en lugar de centrarse en las diferencias que le separan de los demás, el meditador se adiestra en reconocer las similitudes que le acercan a ellos. Para ello centra su atención en los factores universales a toda forma de vida, es decir, en las cosas que nos unen. De ese modo, las comparaciones, si las hay, no despiertan sentimientos de enajenación, sino de fraternidad.

El procedimiento recomendado es el siguiente: cuando percibimos cualquier objeto sensorial, no nos ocupamos de él del modo egoísta habitual, sino que nos centramos, en su lugar, en el mismo proceso de la percepción. Observamos la reacción que provoca en nuestros sentidos y en nuestra percepción. Observamos las sensaciones que emergen y la actividad mental que le sigue. Observamos los cambios que, como resultado, se producen en nuestra conciencia.

La percepción inicial puede movilizar sensaciones agradables, desagradables o neutras. Este es un fenómeno universal que ocurre en la mente, y que debemos ver muy claramente. Son varias las reacciones que pueden acompañar a esas sensaciones. Podemos sentir codicia, deseo sexual o celos. Podemos sentir miedo, preocupación, inquietud o aburrimiento. Esas reacciones son también universales. Debemos sencillamente advertirlas y generalizarlas. Debemos darnos cuenta de que esas reacciones son respuestas humanas normales y pueden en consecuencia, aparecer en cualquiera de nosotros. Entonces es cuando como resultado de todo ello, nos convertimos en personas mucho más comprensivas. Ya no nos molestan tanto los “defectos” de los demás. Así es como nos acercamos y armonizamos con toda forma de vida.

"El libro del Mindfulness", Bhante Henepola Gunaratana. Edit. Kairos - 2012
"Mindfulness para la felicidad", Ruth A. Baer. Edit. Urano - 2014

jueves, 8 de octubre de 2015




Mindfulness - Meditación de Atención Consciente (3)

¿Qué es la meditación? 

Casi todas las culturas del planeta han generado algún tipo de práctica mental a la que podríamos calificar como meditación. 

Dentro de la tradición judeocristiana existen dos prácticas llamadas oración y contemplación. La oración se dirige hacia una entidad espiritual, mientras que la contemplación, por su parte, consiste en pensar de manera consciente, durante un tiempo prolongado, sobre un determinado tema, habitualmente un pasaje de las escrituras o un ideal religioso. Ambas son, desde un punto de vista del cultivo mental, prácticas de concentración porque, en ellas, el torrente habitual de pensamientos queda circunscrito y la mente se encauza hacia una dimensión de operación consciente. Estas prácticas provocan los mismos resultados que las prácticas de concentración, es decir, una calma profunda, una ralentización fisiológica del metabolismo y una sensación de paz y bienestar.

De la tradición hindú viene la meditación yógica o trascendental, que también es fundamentalmente concentrativa. Su ejercicio básico tradicional consiste en centrar la mente en un solo objeto.

En la tradición budista se valora también muy positivamente la concentración, pero le añade un elemento nuevo y muy importante, la conciencia. El objetivo de toda meditación consiste en desarrollar la conciencia utilizando la concentración como herramienta dirigida hacia ese objetivo. Hay tradiciones en las que se utilizan dos caminos diferenciados; El primero de ellos consiste en sumergirse directamente en la conciencia mediante la fuerza de la voluntad. Uno se sienta y sencillamente se sienta, es decir, se despoja de todo excepto de la pura conciencia de estar sentado. El segundo enfoque consiste en sacar la mente del pensamiento consciente y ubicarla en un estado de conciencia pura.

Otra vía meditativa corresponde a entender que el pensamiento consciente es, al menos en el sentido en que habitualmente lo utilizamos, una manifestación del ego, es decir, del “yo” que creemos ser. Se trata de alcanzar la conciencia pura destruyendo esta imagen del ego, y lo logra a través del proceso de visualización. Al meditador se le proporciona una determinada imagen u objeto sobre la que meditar, y debe hacerlo abandonando completamente su identidad, y revistiéndose de la nueva hasta acabar transformándose en ella misma.

Vipassana es la más antigua de todas las prácticas meditativas, y consiste en el cultivo directo y gradual de la atención plena o de la conciencia pura. La atención del meditador se ocupa de examinar cuidadosamente los diferentes aspectos de su propia existencia y se entrena en la toma de conciencia de su experiencia vital.

Es una escucha atenta, una mirada atenta y una observación atenta que nos enseña a oler y tocar plenamente, y a prestar atención verdadera a los cambios que se producen en todas nuestras experiencias. De ese modo, aprendemos a escuchar nuestros pensamientos sin quedarnos atrapados en ellos.

El objetivo del Mindfulness o Vipassana consiste en aprender a ver las verdades de la impermanencia, la insatisfacción y la ausencia de identidad de los fenómenos, así como de darnos cuenta de que no nos damos cuenta.

El proceso de Mindfulness nos ayuda a cobrar conciencia. Entonces despertamos a lo que la vida es, más allá del incesante desfile de subidas y bajadas. Además es una forma de entrenamiento mental que te enseña a experimentar el mundo de un modo completamente nuevo, dándote cuenta por primera vez de lo que realmente está sucediendo en ti, a tu alrededor y en tu interior. Empleando una modalidad especial de percepción llamada atención plena, aprendemos a ver la realidad tal cual es.

Normalmente no vemos lo que se encuentra ante nosotros, sino que contemplamos la vida a través de un filtro de pensamientos y conceptos que erróneamente tomamos por la realidad. Y la verdadera satisfacción solo llega cuando relajamos el deseo compulsivo de comodidad. Cuando dejamos de correr en busca de gratificación asoma la verdadera belleza de la vida.

Muchas veces hemos comentado y asentido haciendo referencia, a que los seres humanos vivimos de un modo muy peculiar. A pesar de que, a nuestro alrededor, todo esté cambiando de continuo, vivimos como si las cosas fueran permanentes. El proceso del cambio es constante y eterno, y tampoco prestamos la adecuada atención a esto, hasta que un buen día, sin embargo, nos damos cuenta de que nuestro cuerpo está decrépito, duelen las articulaciones, las rodillas, las cosas de nuestro alrededor han envejecido y deteriorado, entonces nos lamentamos. Pero ¿de dónde viene todo ese dolor? De nuestra falta de atención, porque fuimos incapaces de observar directamente la vida. Fracasamos en advertir mientras sucedía, el continuo flujo del mundo. Levantamos un complejo conjunto de construcciones mentales – “yo”, “el libro”, “el edificio”, etcétera, creyendo que se trataba de entidades sólidas y reales y suponiendo que durarían siempre. Ahora tenemos la oportunidad de conectar con el cambio continuo y aprender a percibir la vida como un flujo de cosas condicionadas. 

Pero lo que aprendimos, también puede ser desaprendido. Y el primer paso consiste en darnos cuenta de lo que hacemos mientras lo estamos haciendo, es decir, consiste en dar un paso atrás y observar en silencio.

Los seres humanos tenemos, según la visión de algunas tradiciones de meditadores, una percepción de la vida equivocada, tomamos la causa del sufrimiento como si de la felicidad se tratara. La causa del sufrimiento es el síndrome del deseo y la aversión. Apenas aflora una percepción – que puede ser cualquier cosa, desde una hermosa muchacha hasta un hombre apuesto, un velero, el aroma del pan recién salido del horno o un camión dirigiéndose hacia nosotros a toda velocidad-, lo primero que hacemos es reaccionar al estímulo asociándolo a una sensación. 

Pongamos por ejemplo el caso de la preocupación. Nos pasamos la vida preocupándonos. Pero la preocupación es un proceso que discurre atravesando una serie de pasos. La ansiedad no es tan solo un estado de la existencia, sino un proceso, y tenemos que contemplar el inicio mismo de este proceso, sus estadios iniciales, antes de que cobre fuerza. 

El primer eslabón de la cadena de la preocupación es la reacción de identificación o rechazo. Apenas aflora en nuestra mente un fenómeno, tratamos inmediatamente de aferrarnos a él o rechazarlo. Esto es lo que pone en marcha la respuesta de preocupación. Afortunadamente, siempre llevamos con nosotros una herramienta – llamada meditación – a la que podemos recurrir para poner fin a ese proceso.

La meditación Vipassana nos enseña a contemplar con gran precisión nuestros procesos perceptuales. Nos enseña a observar, de un modo sereno e imparcial, la emergencia del pensamiento y de la percepción. Nos enseña a ver nuestras reacciones sin quedarnos atrapados en ellas. Así es como va desvaneciéndose gradualmente la naturaleza obsesiva del pensamiento. Y este distanciamiento de la naturaleza obsesiva del pensamiento nos proporciona una nueva visión de la realidad; “ver las cosas como realmente son”.

La práctica meditativa es un ejercicio que nos abre a un conjunto de prácticas graduales por las que accedemos a una nueva visión de la realidad tal como es. Esta nueva realidad va acompañada de una nueva visión del aspecto más central de la realidad, es decir el “yo”. Una inspección más detenida revela que hemos hecho con el “yo”, lo mismo que con todas las demás percepciones, tomar un torbellino continuo de pensamientos, sentimiento y sensaciones y consolidarlo como una construcción mental. Después le añadimos una etiqueta que dice “yo” y, separándolo de todo lo demás, lo hemos tratado como una entidad estática y duradera. 

Ignoramos nuestra conexión inherente con todo y decidimos que “yo” tengo que conseguir más cosas para “mi”.

El universo entero cambia cuando se disipa la ilusión de ese concepto. Pero no es algo fácil de conseguir, no es algo que se puede lograr de la noche a la mañana. Puesto que hemos estado toda la vida creando ese concepto y reforzándolo, con el paso de los años, con cada pensamiento, cada palabra y cada acción, no podemos esperar que se evapore en un instante.

El concepto del “yo” es un proceso. Es algo que creamos de continuo. Vipassana nos enseña a darnos cuenta de lo que estamos creando y de cuándo y cómo lo creamos.

El meditador que siga el camino hasta el final, logrará una salud mental perfecta, un amor puro hacia todo lo que vive y la cesación completa del sufrimiento.

Los beneficios son inmediatos y van acumulándose con el paso del tiempo. Cuanto más te sientas a meditar, más aprendes sobre la naturaleza real de la existencia. Cuantas más horas pasamos meditando, mayor es nuestra capacidad para observar atentamente cada impulso, cada intención, cada pensamiento y cada emoción tal y como se presenta en nuestra mente.

No existe regla obligatoria alguna a la que debamos atenernos, más que nuestro deseo de contemplar la cualidad verdadera de la vida, y de enriquecer nuestra existencia y la de los demás.

La meditación Mindfulness o Vipassana es fundamentalmente experimental, no teórica. No se trata de que te sientes a tener pensamientos sublimes sobre la vida, de lo que se trata es de vivir. Por ello se dice que la meditación Vipassana consiste, más que cualquier otra cosa, en aprender a vivir.

"El libro del Mindfulness", Bhante Henepola Gunaratana. Edit. Kairos - 2012
"Mindfulness para la felicidad", Ruth A. Baer. Edit. Urano - 2014

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mindfulness - Meditación de Atención Consciente (2)

¿Qué no es la meditación?
 
Dado que existen muchas ideas respecto a la meditación, algunas muy precisas y exactas, y otras realmente inapropiadas, las hay que pertenecen a diversos sistemas de meditación pero no tienen mucho que ver con la práctica del Mindfulness, ligada históricamente a las prácticas vipassanas de las tradiciones budistas, convendría antes de seguir, aclarar o limpiar nuestros circuitos neuronales para que la nueva información pueda circular sin impedimentos.
 
Mindfulness no enseña a observar el funcionamiento de la mente desde una perspectiva serena y objetiva, que nos ayuda a profundizar en nuestra propia conducta. Su objetivo es agudizar nuestra conciencia hasta que sea lo suficientemente intensa, concentrada  y afinada como para penetrar en el funcionamiento interno de la realidad de las cosas o de los fenómenos.
 
Como son muchos los malentendidos existentes respecto a la meditación, vamos a tener en cuenta algunos de estos errores que podrían obstaculizar nuestra progresión o avance.
 
1: La meditación NO es únicamente una técnica de relajación.
 
Aunque la relajación es una meta clave en la práctica meditativa, Mindfulness apunta hacia un objeto mucho más elevado. Se trabaja la concentración por su importancia en la disciplina mental, depositando nuestra atención sobre un objeto o un pensamiento. La relajación y la concentración son condicionantes necesarios de la conciencia. El objetivo del Vipassana o Mindfulness es la visión profunda por la que se aspira a la purificación y transformación de nuestra vida cotidiana.
 
2: La meditación NO es una forma de trance.
 
Aunque en algunos sistemas de meditación se hable de entrar en trance durante la práctica meditativa, no es ese nuestro caso. La meditación Vipassana o Visión Profunda no es una forma de hipnosis. No pretende dejar la mente en blanco hasta alcanzar la inconsciencia, ni convertirnos en vegetales despojados de emociones. Se trata, más bien, de todo lo contrario, de conectar más profundamente con nuestros cambios emocionales.
 
3: La meditación NO es una práctica misteriosa que no puede ser entendida.
 
La meditación tiene que ver con niveles de conciencia mucho más profundos que el pensamiento conceptual. Aunque algunas experiencias meditativas no puedan ser descritas con palabras, ello no significa que no puedan ser entendidas.
 
La meditación Mindfulness es algo que debe ser experimentado, más que ser razonado o interpretado. Tampoco es una fórmula que automáticamente nos proporcione resultados predecibles, porque resulta imposible predecir exactamente lo que sucederá durante una determinada sesión. Cada sesión es una investigación, un experimento y una aventura.
 
Aprender a contemplar cada instante como si fuera el primero y único del universo, es esencial para la práctica de la meditación.
4: El objetivo de la meditación NO es el promover experiencias paranormales.
 
El objetivo de la meditación es el de desarrollar la conciencia. La meditación no aspira a desarrollar la telepatía ni la levitación. Su objetivo es la liberación, no obstante es cierto que existe un vínculo entre los fenómenos paranormales y las prácticas meditativas, pero se trata de una relación bastante compleja. Durante los primeros estadios de la práctica meditativa, es posible que se manifiesten determinados fenómenos, comprensiones intuitivas, etc. Se trata de fenómenos que no deben ser considerados como capacidades psíquicas fiables, razón por la cual no hay que concederles demasiada importancia.
 
Ya que se trata de fenómenos muy atractivos, pueden resultar muy peligrosos para los principiantes al poder convertirse en un señuelo para el ego al alejarte del camino real. Por lo tanto lo mejor que podemos hacer es no prestarles demasiada atención. Si aparecen está bien, y si no aparecen también está bien.
 
5: La meditación NO es peligrosa y no hay porque evitarla.
 
Es posible que al meditar tengamos que enfrentarnos en algún momento a algunas cuestiones desagradables de nuestro pasado. Cuestiones reprimidas que pueden llevar enterradas mucho tiempo pueden aflorar y asustarnos. Pero el proceso meditativo también puede resultar muy provechoso. El modo más adecuado de enfrentarte al peligro consiste en saber lo peligroso que es, donde es más probable encontrarlo, y de qué modo debemos, si aparece, enfrentarnos a él. Por eso la práctica de Mindfulness o Vipassana, tiene que ver con el desarrollo de la conciencia ya que el aumento de ésta es la mejor salvaguarda contra el peligro emocional.
 
6: La meditación NO es una forma de escapar de la realidad.
 
Precisamente la meditación consiste en sumergirnos de lleno en la realidad. Vipassana es una práctica concebida precisamente para enfrentarse a la realidad, para experimentar plenamente la vida tal cual es, y para enfrentarse a todo lo que uno encuentra.
 
La meditación Vipassana no consiste en el intento de olvidarse de uno mismo y ocultar los problemas, sino en aprender a vernos exactamente tal cual somos y aceptarlo plenamente. Solo entonces podremos cambiar.
 
7: La meditación NO es un método para alcanzar el éxtasis.
 
Aunque en algún momento la meditación pueda producir un sentimiento de éxtasis amoroso, este no es su objetivo, ni tampoco es algo que ocurra siempre. El objetivo principal de Vipassana es el de aumentar la conciencia, el ser consciente. Una situación de éxtasis puede ser el resultado de la relajación, y la relajación consiste en la liberación de la tensión. Por lo tanto debe quedar claro que el éxtasis no es el objeto principal de la meditación, y aunque apareciese, debe ser considerado como un subproducto de la práctica, o como un efecto colateral placentero, cuya frecuencia de aparición aumentará en la medida en que uno medita.
 
 
 
8: La meditación NO es una actividad egoísta.
 
Aunque pueda parecer que el meditador está ahí sentado en un cojín, sin hacer nada, y puedan aparecer en la mente de quienes los contemplan pensamientos o preguntas como ¿acaso esta donando sangre? No, ¿Está ayudando a las víctimas de alguna catástrofe? No. La intención del meditador es la de limpiar su mente del miedo, los prejuicios y la hostilidad, y surge en él el compromiso activo de desembarazarse de la tensión, el egoísmo y la insensibilidad que obstaculizan su compasión por los demás. Si examináramos las vidas personales de los meditadores avanzados, descubriríamos que, en muchas ocasiones, están comprometidos con el servicio humanitario, eso sí, raras veces los encontraremos como cruzados o con actitudes proselitistas.
 
9: La meditación NO consiste en sentarse o pensar en cosas sublimes.
 
Este es de nuevo un error o idea equivocada de la práctica Vipassana o Mindfulness. Si bien es cierto que existen formas de meditación contemplativas, que apelan a este tipo de cosas, Vipassana está muy lejos de esto, ya que es una práctica de conciencia que nos permite advertir lo que ya está ahí. Es normal que puedan presentarse, durante la práctica, pensamientos elevados y sublimes, y aunque en modo alguno hay que evitarlos, tampoco hay que buscarlos; son meros efectos secundarios placenteros.
 
Vipassana es una práctica muy sencilla, consiste en experimentar directamente los acontecimientos de la vida, sin preferencias ni imágenes mentales añadidas. Vipassana consiste en advertir, sin distorsión alguna, el acontecimiento de la vida instante tras instante. Lo que surge, surge. Es así de sencillo.
 
10: Todos mis problemas NO desaparecerán con un par de semanas de meditación.
 
La meditación, lamentablemente, no es una panacea. Es posible que al poco tiempo de práctica se empiece a percibir algunos cambios, sin embargo no se advertirán sus profundos efectos hasta haber pasado un largo periodo de práctica meditativa. No hay nada que merezca la pena que se logre de la noche a la mañana.  La práctica de la meditación requiere una gran dosis de paciencia, de disciplina y un proceso de práctica. En cada sentada se logran resultados, sin embargo son muy sutiles y se dan en zonas profundas de la mente, y únicamente los apreciamos o los percibimos cuando llevamos un periodo largo de práctica.


"El libro del Mindfulness", Bhante Henepola Gunaratana. Edit. Kairos - 2012
"Mindfulness para la felicidad", Ruth A. Baer. Edit. Urano - 2014

viernes, 4 de septiembre de 2015

 Mindfulness - Meditación de Atención Consciente


La meditación es una actividad viva, una actividad básicamente fundamentada en la experiencia, que no puede ser enseñada como una cuestión estrictamente teórica.
No es una actividad fácil, requiere tiempo y energía, y también requiere dosis de valor, determinación y disciplina, cualidades que por considerar desagradables, tratamos en consecuencia de evitar.

La vida parece una lucha continua y, a veces, costosa contra alternativas muy diversas. ¿Y cuál es el remedio a toda esa insatisfacción? A menudo nos quedamos atrapados en el síndrome del “si pudiera…”. Si pudiera tener más dinero, sería feliz. Si pudiera encontrar a alguien que me quisiera de verdad, si pudiera perder 10 kilos, si pudiera tener un televisor más grande, o un jacuzzi, o el pelo rizado, etcétera, sería feliz.


Pero ¿de dónde viene todo esto? Y lo más importante todavía, ¿Qué podemos hacer al respecto? Todo tiene su origen en la condición de nuestra propia mente. Y esa condición es un conjunto profundo, sutil y penetrante de hábitos mentales.

La esencia de nuestra experiencia es la capacidad de cambio. Y el cambio es incesante. Instante tras instante, la vida discurre sin repetirse. Aflora un pensamiento en tu cabeza y, medio segundo después, desaparece y se ve reemplazado por otro que, al cabo de unos instantes, acaba también desvaneciéndose. Luego llega otro, y otro, y otro….. Aparece un sonido y seguidamente otro o el silencio, que da paso a otro sonido y así. Abrimos los ojos y vemos el mundo, seguidamente los cerramos y desaparece todo hasta que los volvemos a abrir y cerrar y abrir y cerrar.  Cambio, cambio y más cambio. El cambio es incesante y no existen momentos que sean iguales, ninguno.

Esta es la naturaleza del universo y no hay nada malo en ello. Pero la cultura humana nos ha enseñado a categorizar estas experiencias, a tratar de colocar cada percepción en uno de tres casilleros mentales diferentes, a los que denominamos “bueno”, “malo” o “neutro”. Luego dependiendo del casillero donde lo hayamos colocado reaccionamos de un determinado modo. Si la hemos etiquetado como “buena”, intentamos congelarla en el tiempo. Nos aferramos a ese pensamiento concreto, lo mimamos, lo acunamos y tratamos de que no se escape. Y, cuando eso no funciona, nos empeñamos en repetir la experiencia que provocó el pensamiento, un hábito mental conocido como “identificación”.

En el otro polo está la categoría mental “malo”, la cual tratamos de negar, de alejarnos de ella, de rechazarla y, en la medida de lo posible, de deshacernos de ella. De esta forma, luchamos contra nuestra propia experiencia y huimos de ciertos aspectos de nosotros mismos, un hábito mental que recibe el nombre de “rechazo”.

Entre uno y otro se encuentra la categoría de lo “neutro”, en la que colocamos aquellas experiencias que, por no ser buenas ni malas, se nos antojan tibias, aburridas o poco interesantes.

El resultado directo de esta locura es una carrera interminable hacia ninguna parte, una búsqueda incesante de placer, una huida permanente del dolor y una ignorancia que acaba desinteresándose del 90 % de nuestra experiencia. Y luego nos preguntamos por qué la vida nos parece tan chata, cuando lo que no funciona es, en última instancia, este sistema.

Existen momentos en los que nuestra búsqueda fracasa, por más que nos empeñemos de huir del dolor, este acaba por alcanzarnos, y terminamos atrapados en la prisión de nuestros deseos y de nuestras aversiones, o dicho de otra manera “sufrimos”.

El término “sufrimiento”, en algunas tradiciones asiáticas no se limita al dolor corporal, sino que incluye también la profunda y sutil sensación de insatisfacción que forma parte de cada momento mental. Si observamos con atención, por más grande que sea aquello que nos produce satisfacción, bajo la alegría se esconde una tensión sutil y omnipresente que nos recuerda que acabará por desaparecer.

¿Acaso no es cierto que cuando muramos perderemos todas nuestras propiedades? ¿No es acaso cierto que todo, en última instancia, es transitorio?. Parece desalentador, pero sólo es desalentador cuando lo contemplamos desde la perspectiva de la mente ordinaria. Por debajo de este nivel existe otro nivel, una forma completamente diferente de percibir el universo. Es ese nivel en el que la mente no se empeña en congelar el tiempo, no se queda enganchada a la experiencia mientras esta sucediendo, ni tampoco trata de bloquear o ignorar nada.

La paz y la felicidad son las cuestiones fundamentales de la existencia humana. A menudo resulta difícil verlo, porque ocultamos esos objetivos fundamentales bajo capas y más capas de objetivos superficiales, queremos tener asegurada la comida, queremos dinero, diversión, respeto, afecto.

Nadie puede obtener todo lo que quiere. Resulta imposible. Afortunadamente existe otra alternativa. Siempre podremos aprender a controlar la mente, y a romper las cadenas que nos atan al incesante círculo del deseo y el rechazo. Podemos seguir llevando una vida aparentemente normal, pero desde una perspectiva muy diferente, es decir libre de la compulsión obsesiva de nuestros deseos. Queremos algo, pero no es preciso que suponga perder el aliento corriendo. Podemos tener miedo, pero no tiene por qué suponer el ponernos a temblar como un flan.

Nadie puede cambiar radicalmente la pauta de su vida mientras no se vea tal cual es. A partir de ese momento, los cambios ocurrirán naturalmente. Y no es necesario forzar nada, luchar con nadie, ni obedecer las reglas, el cambio sucederá de forma automática, y para ello tenemos que ver quiénes somos y como somos sin engaño, prejuicio ni resistencia alguna. Hay implícito la observación de cuáles son nuestros deberes y obligaciones con los demás, y sobre todo cuál es nuestra responsabilidad como individuos que vivimos en sociedad. Puede parecer complicado, pero puede ocurrir en cualquier instante. El cultivo mental desarrollado por la meditación no tiene parangón a la hora de ayudarnos a alcanzar ese estado de comprensión y de serena felicidad.

Existe un texto muy antiguo, con más de mil años de antigüedad que dice: “Lo que ahora eres es el resultado de lo que fuiste. Y mañana serás el resultado de lo que hoy eres. Las consecuencias de una mente malvada te seguirán como el carro sigue al buey que tira de él. Las consecuencias de una mente pura te acompañarán como si de tu sombra se tratara. Nadie, ni tus padres ni tus parientes ni tus amigos, pueden hacer por ti más que tu mente pura. Una mente disciplinada proporciona felicidad”.

Nuestro objetivo con la meditación es el de purificar la mente, y limpiar el proceso del pensamiento de lo que podríamos denominar irritantes psíquicos. Ser compasivos con nosotros mismos, comprendernos. Cuanto mayor es la comprensión, mayor la flexibilidad, la tolerancia y la compasión, y cuando aprendemos a ser compasivos con nosotros mismos, automáticamente también lo seremos con los demás.

La meditación se parece al cultivo de una tierra virgen. Lo primero que tenemos que hacer, para convertir un bosque en un huerto, es cortar los árboles, luego labrar la tierra, fertilizar el suelo, sembrar  y recoger finalmente la cosecha. Con nuestra mente ocurre igual, debemos empezar arrancando los diferentes agentes irritantes que obstaculizan nuestro camino, para que no vuelvan a crecer. Después deberemos fertilizar adecuadamente nuestra mente, suministrándole la energía y la disciplina necesarias. Luego tendremos que sembrar las semillas y finalmente cosechar.


Todo esto, ¿no son razones suficientes para empezar a meditar?, realmente no son más que promesas escritas en un papel que yo transmito, y solo existe un modo de saber si la meditación merece realmente la pena, y es aprendiéndola y llevándola a la práctica, algo que tendremos que decidir únicamente nosotros y comprobarlo por nosotros mismos.

"El libro del Mindfulness", Bhante Henepola Gunaratana. Edit. Kairos - 2012
"Mindfulness para la felicidad", Ruth A. Baer. Edit. Urano - 2014

martes, 18 de agosto de 2015

EN EL TALLER DE MEDITACIÓN SHINE, empezamos las prácticas regulares y talleres monográficos el próximo 1 de septiembre de 2015


El mindfulness y sus beneficios para el cerebro

Dar una definición de mindfulness es complicado. Según el Instituto Mindfulness, esta es la causa por la que se sigue utilizando el término en inglés, sin equivalente en español. Aún así, se suele definir como la capacidad de prestar total atención al momento presente sin juzgar las experiencias internas o externas que nos rodean. Y cuando decimos “no juzgar” nos referimos a evitar esa tendencia de la mente a intentar comprender todo lo placentero y alejar todo lo doloroso. El objetivo es conseguir un estado conciencia plena que nos permita relacionarnos con lo que ocurre dentro de nosotros sin juzgarlo positiva o negativamente.

En los últimos años, el interés por la práctica del mindfulness ha ido aumentando entre la población, lo que ha empujado a la realización de estudios sobre sus efectos en la salud. Gracias a las investigaciones realizadas, se descubre que su práctica tiene numerosos beneficios y que mejora la salud física, mental y emocional. Físicamente, reduce el cortisol y la presión arterial y aumenta el sistema inmunológico; cognitivamente, disminuye la rumiación (lo que comúnmente conocemos como “comerse la cabeza”) y aumenta la capacidad de atención; emocionalmente, reduce la reactividad emocional y mejora la resiliencia o capacidad de recuperación.

A pesar de que muchos de los estudios sobre mindfulness son preliminares, empiezan a dejar ver los poderosos beneficios que tiene para la salud. Por ejemplo, el mindfulness mejora nuestra habilidad para gestionar emocionalmente situaciones complicadas y cambia la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, mejorando nuestra autoestima. Pero estos estudios, además, muestran cómo la práctica regular de esta actividad puede cambiar significativamente el cerebro de las personas en poco tiempo.

¿Qué tipo de cambios se producen?

El entrenamiento en mindfulness genera un impacto notable en el sistema límbico, centro de las emociones del cerebro. En concreto, reduce la actividad en la amígdala, la región del cerebro que determina cuánto estrés experimentamos, y  esto es básico para modular nuestras respuestas de miedo. Por ejemplo, las personas con una amígdala muy activa son más tendentes a la depresión y la ansiedad.

El estudio ‘Stress reduction correlates with structural charges in the amygdala’ muestra como, tras ocho semanas de meditación mindfulness los participantes del estudio vieron reducido el núcleo basolateral derecho de la amígdala, relacionado con los estados de ira. Su reducción se asociaba con la percepción de menores niveles estrés por parte de los sujetos. O sea, que en ocho semanas, los participantes en el estudio fueron capaces de cambiar fisiológicamente su cerebro y reducir sus niveles de estrés. Dos meses. Nada más.

Por otro lado, la meditación mindfulness aumenta el funcionamiento de la corteza prefrontal. En concreto, aumenta el funcionamiento en la corteza cingulada anterior, una parte del cerebro conectada con el córtex prefrontal relacionado con la empatía y la toma de decisiones. Gracias a esto, los sujetos del estudio mostraban mayor estabilidad emocional y menor reactividad (nuestra respuesta emocional involuntaria a una situación).

Además, investigaciones en neurociencia también han demostrado que el mindfulness cambia el modo en el que nos vemos a nosotros mismos. Solemos emplear, en general, muchas horas de nuestro día analizando nuestra vida. Nos obsesionamos con el futuro o nos recreamos en situaciones del pasado, lo que nos trae en la mayoría de los casos pobres resultados emocionales. Practicar mindfulness nos obliga a centrarnos en el presente, a ser conscientes de qué siente el cuerpo “ahora mismo”. Nos alejamos del pensamiento sobre cómo debería ser nuestra vida para acercarnos a cómo es. Y al hacer este ejercicio aprendemos a sentimos mejor.

Sin lugar a dudas, podemos decir que el mindfulness es una oportunidad para fortalecer y mejorar nuestro cerebro. Es como apuntarlo al gimnasio. Y lo mejor de todo, es que no necesitas emplear horas para beneficiarte de sus resultados. Los estudios demuestran que entre 5 y 10 minutos diarios son suficientes. Eso sí, igual que si vas al gimnasio únicamente una vez a la semana no esperas obtener grandes y rápidos resultados, lo mismo ocurre con el mindfulness. Es fundamental practicarlo cada día, pero, a cambio, puedes hacerlo en cualquier momento y lugar.

Practicar la meditación mindfulness regularmente es una inversión en nuestra salud física, mental y emocional.

jueves, 9 de julio de 2015


Mindfulness; Atención Plena con una Uva Pasa.
Ser plenamente consciente de lo que está ocurriendo aquí y ahora.

Vivimos con una desconcentración inusitada. Decidimos ponernos a escribir cualquier cosa y de pronto el ordenador nos avisa de que tenemos tres correos nuevos en la bandeja. Además hemos recibido dos llamadas, tenemos varios mensajes, ya puestos he visto el periódico online a ver cómo va el mundo, ha pasado media hora y todavía no he escrito ni una línea.

La desconcentración es continua, un bombardeo que no cesa, y el único causante somos nosotros mismos. No estamos acostumbrados  a estar presentes en el momento presente. Nuestro cuerpo está, pero no nuestra mente. Nos hemos habituado a la distracción, a la atención parcial. Queremos estar tan conectados con todo que nos olvidamos de que lo primero con lo que tenemos que conectar es con nosotros mismos, y esto produce estrés, ansiedad, sensación de agobio, de llegar tarde a todas partes, de no tener tiempo para nada.

La atención es un músculo que debe ser entrenado.
Nuestro cerebro no es un elemento multitarea. Solo podemos concentrarnos en una sola cosa a la vez, y si no lo hacemos, si intentamos estar en varios lugares al mismo tiempo, no conseguiremos un resultado tan satisfactorio como aquellos que con igual o menor capacidad que nosotros sí son capaces de poner todo el foco de atención en la actividad concreta que están desarrollando.

Los estudios científicos han demostrado, algo que hace más de dos mil años ya sabían las tradiciones búdicas, es decir, que un estado de atención consciente ayuda no sólo a reducir el estrés o la ansiedad, sino también a ser más creativos, a poder juzgar y valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional y a disfrutar más de lo que se está haciendo, y como tantas otras capacidades del ser humano, la atención también se entrena. Además entrenar unos minutos diarios nos preparar para ampliar los límites de nuestra atención, minimizan los efectos de las distracciones, y nos permite disfrutar del momento.

Como puede ser nuestro gimnasio de Mindfulness?
Para nuestro gimnasio de Mindfulness necesitaremos reservar entre 5 y 20 minutos diarios para entrenar.

Primer ejercicio “La Pasa”

Este ejercicio es muy sencillo, se trata de tomar una pasa, una simple uva pasa puede aportarnos un montón de sensaciones, además de mantener nuestra atención consciente.

Primero se observa con detalle, nos centramos en darnos cuenta del amplio abanico de colores y tonalidades, de cómo incide la luz en sus pliegues, en su textura rugosa. En lo irregular de sus formas. Se trata de captar todo lo que se pueda ver.

Segundo, cerramos los ojos y tocamos la pasa, pero con mimo, con cariño. La hacemos bailar entre los dedos de las manos, para darnos cuenta de su tacto, de nuestro tacto, de cómo se mezcla su piel con la nuestra.

Tercero, nos ponemos la pasa en la boca sin morderla, sino que la acariciamos con los dientes primero, para luego notar que cae en nuestra lengua, acolchándola. Ahora exploramos con la lengua, de la misma manera que hemos hecho con los dedos. Lentamente, sin prisas, disfrutando de todo lo que una simple e insignificante uva pasa nos puede ofrecer.

Cuarto, la mordemos, y somos conscientes de una explosión magnífica que se produce en nuestros sentidos. Percibimos su sabor, cómo se funde y confunde con el nuestro, con la saliva, con el gusto. Tratamos de llenarnos toda la boca con esa mezcla, llegando a todos los rincones. Solamente entonces nos tragamos la pasa y notamos  cómo baja por la garganta, como abandona la boca y se integra en nuestro interior.

Ahora esperamos unos segundos y abrimos los ojos, celebrando que hemos disfrutado de una uva pasa, tal vez por primera vez en la vida, en lugar de engullirla.


Esto es lo que ocurre con el presente, que si lo engullimos con las prisas y la falta de atención, no dejamos que nos dé todo lo que tiene para ofrecernos.

lunes, 1 de junio de 2015

Breves reseñas sobre LEY DE CAUSA Y EFECTO - KARMA.

KARMA y su RESULTADO

Karma y su resultado significa que nuestras acciones crean las causas de los que llegaremos a ser; y lo que somos ahora es el resultado de las causas creadas previamente.

Karma significa “acción”, y se define como las acciones intencionadas de nuestro cuerpo, palabra y mente, es decir lo que hacemos, lo que decimos y lo que pensamos. Estas acciones dejan unas impresiones y tendencias en nuestro continuo mental. Cuando estas impresiones y tendencias se encuentran con las condiciones adecuadas, afectan a nuestra experiencia.

El hecho de que nuestras experiencias sean el resultado de nuestras acciones, no quiere decir que se haya establecido un sistema de castigo y recompensa. Cuando una flor crece de una semilla, no es ni la recompensa ni el castigo de la semilla. Es sencillamente un resultado.

De la misma forma en que Newton no creo la ley de la gravedad; sino que sencillamente describió su funcionamiento, el Buda no creó la ley de causa y efecto o karma, únicamente describió lo que había vista una vez eliminados todos los oscurecimientos (ignorancias) de su continuo mental. La gravedad no se debe  a la arbitrariedad de nadie, sino que es la forma en que los fenómenos se comportan naturalmente. De la misma manera, nadie inventó el principio por el cual si perjudicamos a otros en el presente, tendremos problemas en el futuro. Este es simplemente el resultado natural que surge de esa causa. Como nosotros creamos las causas, nosotros experimentamos los resultados.

La belleza de la capacidad humana consiste en que nosotros somos responsables de nuestra propia experiencia. Viviendo el presente creamos nuestro futuro. Una acción nuestra es causa de otra acción previa, y es el resultado de una acción anterior. Tenemos la capacidad de determinar quiénes seremos y lo que nos sucederá.

Cómo funciona el principio de causa y efecto

El principio de causa y efecto tiene cuatro características fundamentales:
1-    El karma definitivo; esto es que “las acciones positivas traerán con certeza resultados felices, y las acciones negativas traerán resultados no satisfactorios.
2-    El karma es expansivo;  una pequeña causa puede traer un gran resultado.
3-    Si no se crea la causa de una determinada acción, no se experimentará su resultado.
4-    Las impresiones que quedan en el continuo mental debido a nuestras acciones no se pierden nunca.

1)  Karma definitivo.

Las acciones no son intrínsecamente buenas o malas en sí mismas, pero se consideran positivas o negativas según sean origen de felicidad o sufrimiento.
Cuando obtenemos o experimentamos una situación por la que sufrimos, algunas personas además del sufrimiento experimentan otras emociones no demasiado satisfactorias, a algunos les invade la rabia o la ira, a otros la depresión. La psicología budista plantea métodos prácticos para liberarnos de estas situaciones emocionales, ya que en vez de depositar toda la responsabilidad en quién nos produce la acción, podemos pensar que es el resultado de algunas de nuestras acciones negativas previas, y de esta forma la ira o rabia o la depresión tendrá una intensidad inferior.

Aceptar que nuestros problemas se deben a nuestras propias acciones destructivas cometidas en el pasado, no significa que tengamos que permanecer pasivos frente a las situaciones perjudiciales. Si podemos hacer algo para prevenir o corregir una situación negativa determinada, ¡deberíamos hacerlo!. Sin embargo, si recordamos que esta desdicha se debe a nuestras propias acciones destructivas, no nos sentiremos enfadados o beligerantes hacia otros, ya que trataremos de remediar el problema.

2)  Karma expansivo.

Una pequeña acción puede acarrear un gran resultado. De igual forma que una gran cosecha proviene de unas pocas semillas, un gran resultado puede venir de una pequeña acción. Ayudar a alguien de un modo insignificante puede dar como resultado una gran felicidad, y dañar a alguien ligeramente puede traer como resultado años de tristeza y sufrimiento.

Las acciones aparentemente insignificantes son importantes en la vida. Buda dijo en el Dhammapada:

“Como veneno que ha entrado en el cuerpo
incluso los pequeños actos no meritorios
pueden causar una gran inquietud y ocasionar la
ruina en el mundo que está más allá.
Al alcanzar un gran propósito
Incluso los pequeños actos meritorios
Traen la felicidad en las vidas futuras,
Como semillas transformándose en grandes cosechas”.

3)  Si no se crea la causa, no se experimenta el resultado.

Esto es totalmente lógico, si no se planta una semilla no hay árbol o planta que pueda fructificar, por lo tanto si queremos disfrutar de felicidad y sentirnos satisfechos, debemos crear las causas para conseguirlo, si no sería como si rezáramos para saber matemáticas sin estudiarlas. Si no creamos las causas no experimentaremos el resultado. Ser conscientes de esto nos proporciona el entusiasmo para evitar dañar o otros seres, y actuar de un modo constructivo.

4) Las semillas de nuestras acciones no se pierden.

A veces con respecto a determinadas acciones podemos pensar: “No importa, nadie se ha dado cuenta, nadie lo sabe, no sucederá nada”. En realidad, esto no es del todo cierto, porque las impresiones pueden permanecer en nuestro continuo mental un largo periodo de tiempo antes de que las circunstancias se vuelvan propicias y aparezcan los resultados.  Como Buda dijo en el Dhammapada:

“Una vez ejecutada cualquier acción,
ya fuera buena o mala,
su poder nunca se pierde;
El resultado surge en consecuencia”.

Indudablemente no experimentamos necesariamente los resultados de nuestras acciones de una forma inmediata. Sería un error pensar que los resultados de nuestras acciones siempre se producen de un modo inmediato y después cesan. De igual forma que una semilla tarda un tiempo en crecer y convertirse en una planta, nuestras impresiones kármicas tardan en producir sus resultados.

Por supuesto que lo mismo sucede con las acciones positivas. Es posible que no percibamos a corto plazo buenos resultados, pero cuando se den las condiciones favorables que hagan madurar esas impresiones positivas podremos experimentarlos.  Por todo ello tendríamos que estar satisfechos de crear causas positivas y saber que madurarán en el futuro. Sentirse impaciente por el resultado que tiene que venir no hace que llegue antes.



KARMA Y PREDETERMINACIÓN.

El funcionamiento del principio de causa y efecto no está predeterminado. No es el destino. Si estamos atentos y somos conscientes de nuestras acciones, podemos elegir. Si somos negligentes y hacemos, decimos y pensamos cualquier cosa que se nos ocurra, entonces no estaremos utilizando nuestra capacidad de elección; no estaremos aprovechando nuestra capacidad innata como humanos.

La ley natural, universal del karma no es tampoco una excusa para evitar ayudar a los demás. Cuando somos testigos de las desgracias que padecen otros, podemos llegar a pensar o incluso a decir de forma hasta irrespetuosa: “Oh, ese es su karma, y si le ayudo estaré interfiriendo en su proceso”.

Cuando somos conscientes de los problemas de los demás, debemos ayudar porque si no lo hiciéramos, estaríamos creando las causas de un mal karma por omisión de una acción. De acuerdo con el pensamiento budista, tenemos la responsabilidad moral y social de ayudar a los demás. No somos individuos independientes y aislados, sino que estamos interrelacionados y, a pesar de diferencias superficiales, somos muy parecidos.

PURIFICAR Y/O ALIVIAR EL KARMA.

Es cierto que todos nosotros hemos cometido errores de los que ahora podemos arrepentirnos. Sin embargo, no estamos irremediablemente condenados a experimentar los resultados de esas acciones con su total intensidad. Si plantamos una semilla en la tierra, finalmente crecerá a menos que sea quemada o arrancada, pero también podemos retrasar su crecimiento privándola de agua, de fertilizantes y de luz solar. De igual forma podemos bajar la intensidad de nuestro karma poniendo en práctica el proceso de purificación, y que consta de cuatro estadios.

Dentro del budismo tibetano existen los denominados “Cuatro Poderes Oponentes”, que se utilizan para purificar las impresiones negativas:

1-    Arrepentimiento
2-    Refugio y generación de una actitud altruista hacia los demás
3-    Remedio concreto y práctico
4-    Determinación de no volver a cometer dicha acción

1 Arrepentimiento significa que reconocemos y nos arrepentimos de la acción destructiva realizada. Recriminarse a uno mismo y sentir culpa son dos actos inútiles; son simplemente una forma emocional de torturarnos. Con un arrepentimiento sincero, por el contrario, reconocemos que hemos cometido un error y nos arrepentimos de haberlo realizado.

2 Refugio y generación de una actitud altruista hacia los demás, implica la confianza en que nuestros refugios, aquello en lo que confiamos y le tenemos devoción nos sirva de guía. Además desarrollamos una actitud altruista hacia los demás, y dedicamos nuestras intenciones de cuerpo, palabra y mente, a convertirnos en Budas (seres despiertos), para ser capaces de beneficiar a los demás de la mejor manera posible.

3 Remedio concreto y práctico, consiste en realizar alguna acción de remedio, es decir, cualquier acción positiva que beneficie a otros. Los textos budistas apuntan algunas acciones específicas que ayudan a purificar las impresiones negativas, como por ejemplo: escuchar enseñanzas, leer libros de darma, hacer ofrecimientos en los altares, recitar mantras, imprimir textos de darma, meditar, etc, aunque el remedio más poderoso consiste en meditar en la vacuidad.

4  Determinación de no volver a cometer dicha acción, significa comprometerse a no volver a cometer de nuevo la acción realizada. Con frecuencia y por hábito contraído nos dejamos llevar por acciones tales como la crítica hacia otros, el chismorreo, etc. Sería poco realista decir que no lo volveremos a hacer jamás. Por eso, es más inteligente determinar por un periodo de tiempo en el que intentaremos no repetir la acción en absoluto, mediante el esfuerzo de la atención continua sobre ese punto.

 Existen 4 grupos principales de karma que operan en nuestras vidas.

1 Karma Reproductor, es la fuerza de aquellas acciones que hacemos, que tienen el poder de determinar el renacimiento. Un tipo de acciones que determinan si renacemos en el mundo de los humanos o en mundos inferiores o superiores.

2 Karma Cooperante, se refiere a las acciones que cooperan con el karma reproductor, por ejemplo supongamos que tenemos un buen karma reproductor y renacemos en el mundo de los humanos. Es un buen renacimiento, un plano de existencia feliz. El karma cooperante se compone de aquellos actos que hacen que nuestra experiencia como humanos sea agradable. Refuerza el karma reproductor y es causa de toda clase de satisfacciones.

3 Karma que contrarresta, obstruye el karma reproductor. Supongamos que tenemos el buen karma de un renacimiento como ser humano, pero que experimentamos muchos problemas, mucho dolor, mucho sufrimiento. Ese es el efecto del karma que contrarresta. El renacimiento es bueno, el karma necesario para renacer como un ser humano era positivo, pero si hay un karma que contrarresta muy pesado creará situaciones desagradables. También funciona en sentido inverso. Supongamos que un ser renace como animal, eso es un mal karma reproductor, es un renacimiento inferior. El karma que contrarresta puede hacer que la existencia como animal sea muy agradable, como lo experimentan muchos animales de compañía. Esos animales viven con más comodidades que mucha gente en el mundo. Ese fuerte karma contrarresta al karma del mal renacimiento, luego funciona en los dos sentidos.

4 Karma destructivo detiene el fluir de otras fuerzas. Supongamos que disparamos una flecha al aire, la flecha tiene un cierto impulso y, si no se la detiene continuará hasta caer en algún lugar lejano. El karma destructivo sería como una poderosa fuerza que detiene la flecha en el aire y la hace caer al suelo. Hay seres que experimentan una muerte temprana. Su karma reproductor y karma cooperante han sido excelentes, pero de algún modo, por alguna acción pasada, un karma destructivo fuerte acaba con el vuelo de la flecha, detiene el fluir de otras fuerzas kármicas.

Existe una historia de un hombre en tiempos de Buda, que ilustra algunos aspectos de cómo funciona el karma. Este hombre le hizo un ofrecimiento de comida a un arhat, un ser plenamente iluminado. Después de haberlo hecho se empezó a arrepentir de su acción. Se dice que renació como ser humano millonario durante siete vidas, gracias al ofrecimiento que había realizado. Pero el resultado de haberse sentido arrepentido, generó un karma destructivo muy poderoso que hizo que viviera con mucha riqueza, pero muy miserablemente, incapaz de disfrutar del fruto de su riqueza. Los diferentes tipos de karma producen diferentes tipos de resultados, dependiendo de nuestros estados mentales cambiantes.

Es importante entender el karma reproductor, porque determina el plano de existencia en el que tomaremos nuestro renacimiento. Es el karma que opera en el último momento de nuestra vida.

Existen 4 grupos principales de karma que operan en el momento de la muerte.

En el momento de nuestra muerte, llamado consciencia de la muerte, hay cuatro tipos de karma de renacimiento que pueden aparecer.

1 Karma de peso, éste tipo de karma tiene dos direcciones posible; karma de peso nocivo, y karma de peso benéfico.

El karma de peso nocivo es producir daño a un Buda, un ser despierto, herirlo, matarlo. También corresponde al karma nocivo el matar al padre o a la madre, o crear división en la orden de monjes o monjas. Cualquiera de éstos tiene prioridad sobre las demás acciones a la hora de determinar el renacimiento.

El karma de peso benéfico es haber cultivado la concentración hasta alcanzar el nivel de absorción y mantenerlo hasta el momento de la muerte. El resultado de ese karma es renacer en los mundos superiores de conciencia.

2 Karma cercano es el karma que entra en funcionamiento cuando no hay actos de peso que produzcan un efecto. Es decir el karma de las acciones que se realizan inmediatamente antes de morir. En otras palabras, si en los momentos de la muerte recuerdas algo bueno que hiciste, o alguien te recuerda actos beneficiosos, o si realizas una buena acción en el momento próximo a la muerte, ese será el karma que influya en el renacimiento.

3 Karma habitual es el que se manifiesta cuando no se produce el karma cercano. Las acciones que han sido realizadas repetidamente en nuestra vida, aparecen en la mente en el momento de la muerte. Si alguien ha matado muchas veces, ese tipo de pensamiento surgirá en el momento de la muerte como resultado de ser un karma habitual. O por supuesto, si alguien ha realizado muchas acciones beneficiosas, ha desarrollado la generosidad y la compasión, o ha meditado mucho, recordará uno de esos actos o puede que vea una imagen de si mismo en su cojín de meditación. Entonces ese será el karma que influirá en su próximo renacimiento.

Cuando no hay karma de peso, ni karma cercano, ni un karma habitual fuerte, el cuarto tipo de karma que puede determinar o influir en el renacimiento se llama karma aleatorio.

4 Karma aleatorio. Como arrastramos tantos karmas benéficos y nocivos , y si no disponemos de un karma habitual fuerte, entonces cualquier acto que hayamos realizado en cualquier tiempo del pasado puede manifestarse en el momento de morir.

Un ejemplo del funcionamiento de estos tipos de karma sería el de un rebaño de vacas que viven sueltas en el establo. Cuando se les abre la puerta por la mañana, el primero en salir será el toro más fuerte, apartando a los demás. Si no existe un toro, entonces el siguiente en salir será la vaca que esté más cerca de la puerta, pero si no hay ninguna vaca cerca de la puerta, entonces saldrá la vaca que suele el habito de conducir a las demás, y si no existe la vaca que tiene el hábito de conducir a las demás, entonces cualquiera del rebaño puede ser la primera en salir. Así es como funciona el karma en el último momento de nuestra vida, el de peso, el cercano, el habitual y el aleatorio.

En la tradición budista hay un factor que nos mantiene en la dirección de la luz, hacia formas cada vez más elevadas de felicidad; es la atención consciente. El resultado de la atención es un karma de peso. La atención también será el resultado de un buen karma cercano, ya que si estamos muy conscientes, justo en el momento de la muerte, la mente estará equilibrada y libre de impurezas. La atención consciente también es un karma habitual fuerte. Si se practica cada día y se incorpora fuertemente en nuestros hábitos, surgirá en el momento de la muerte como un karma habitual. Por lo tanto el tipo de consciencia, el tipo de mente que cultivamos ahora, será una fuerza muy poderosa, un factor determinante del tipo de karma que opere en el momento de nuestra mente.

El último de los karmas es el Karma Familiar o Colectivo. Por ejemplo, cualquier decisión que se adopte con respecto a algo de forma colectiva, crea un determinado karma colectivo. Compartimos el karma de los demás si aprobamos sus acciones, si las sustentamos con nuestro voto, si aprobamos mentalmente incluso, lo que haga otro, se genera una determinada fuerza kármica. 

10 ACCIONES CONSTRUCTIVAS Y 10 DESTRUCTIVAS

Con respecto al resultado de nuestras acciones, es imprescindible conocer las diez acciones constructivas para practicarlas, y las diez acciones destructivas para abandonarlas. Vasubhandu, monje budista y filósofo escolástico del siglo IV decía, “Las diez acciones destructivas se pueden dividir en 3 del cuerpo, 4 de la palabra y 3 de la mente, cualquier acción realizada, sea la que sea, sale por una de estas puertas”.

- Las acciones negativas del cuerpo reúnen 3 elementos, (matar, robar y disponer de una conducta sexual en la que se infrinja sufrimiento a otra persona).

1 Matar, conlleva 4 condicionantes:

                      1 El objeto de matar (puede ser cualquier ser sintiente)

                      2 La intención, con tres ingredientes:

a)  Motivación, tomar la vida de otro ser.

b) Discernimiento, identificar claramente el objeto que se quiere matar.

c) Engaño mental, significa que la intención debe estar vinculada a un engaño mental como el odio, la ignorancia, el apego, etc.

3 Acción, significa que da lo mismo si eres tu quién ejecuta, o si lo ordenas a otro para que sea ejecutado.

      4 Consumación del acto, ocurre si la victima muere antes que            tú.

El efecto o la acción de matar, si conlleva las cuatro condiciones, sería renacer en un infierno. Si la acción de matar careciera de alguna de las cuatro condiciones, el renacimiento sería en el reino de los espíritus hambrientos. Si únicamente se cumpliera una de las condiciones, el renacimiento sería en el reino animal.

2 Robar, con 4 componentes:

1 El objeto en sí, (desear obtener el objeto de otro)

2 Intención, con tres ingredientes:

a) Desear obtener el objeto en cuestión.

b)  Discernimiento. Identificar el objeto como perteneciente a la persona a quién pretendes robar.

c) Engaño mental, significa que la intención debe estar vinculada a un engaño mental como el odio, la ignorancia o el apego.

3 Acción, significa que da lo mismo si eres tu quién ejecuta, o si lo ordenas a otro para que sea ejecutado.

4 Consumación. Sentir que el objeto te pertenece.

3 Disponer de una conducta sexual que sea causa de sufrimiento para otro.

De igual forma que en las anteriores, se tienen que manifestar las 4 condiciones de: el intercambio sexual, la intención (motivación, discernimiento y engaño), la acción propia que es el intercambio sexual y la consumación, que es cuando se experimenta la satisfacción causada por el acto sexual.

- Las acciones negativas de la palabra (4).
1 Mentir
2 Calumniar
3 Utilizar palabras duras
4 Mantener conversaciones vanales.

- Las acciones negativas de la mente (3).
Este tipo de acciones no tienen por qué ser percibidas por los demás.
1 Codicia.
2 Intención dañina.
3 Visión errónea de la realidad.

En cualquier acto negativo completo, surgen tres tipos de efecto:
            El efecto que madura.
            El efecto similar a la causa.
            El efecto ambiental.

El efecto que madura de un acto negativo muy grave, es renacer en un infierno, de uno menos negativo sería renacer como espíritu hambriento, y si es mucho menor, renacer como animal.

El efecto similar a la causa, puede dividirse en dos:
            Tendencia similar a la causa.
            Experiencia similar a la causa.

El efecto ambiental sería, por ejemplo, renacer en un lugar muy pobre donde la comida no es nutritiva y la medicina carece de efectividad.  

Las 10 acciones constructivas corresponden a las contrarias con respecto a las citadas anteriormente como destructivas.