domingo, 16 de septiembre de 2018

Las torres de las siete piedras

"Las torres de las siete piedras"
La construcción de una torre de siete piedras puede constituir una práctica profunda y completa de meditación. Todo consiste en prestar atención. En primer lugar, para hacerlas se requiere trabajar la calma mental, estar tranquilo, disponer de una mente estabilizada. En segundo lugar, se necesita concentración, yo utilizo la atención a la respiración como objeto unidireccional de concentración, de forma que mi mente no esté dispersa o distraída, que esté sujeta mediante la atención a la inhalación y exhalación. Mientras las vas colocando tienes que trabajar o potenciar tu capacidad de psicomotricidad, paciencia, calma y estar tranquilo. Poco a poco vas entrando en un estado de atención consciente a lo que sucede en tu mente mientras intentas colocarlas una sobre la otra, buscando el apoyo correcto, sin tensión, sin embargo, van apareciendo pensamientos muy diferenciados…, si no lo consigues puede surgir la impaciencia, la incapacidad, el no saber hacerlo, incluso hasta el enfado. Si consigo colocarlas surge la satisfacción de haberlo hecho, un sentimiento de capacidad, de control. En el fondo trabajar con las torres de las siete piedras te da el conocimiento y la aceptación de que tanto si las colocas como si no, no es importante, el intentarlo es lo importante y sin tensión. Una vez un discípulo de Buda le preguntó como había conseguido eliminar el sufrimiento de su vida, como había conseguido cruzar el río del sufrimiento, el Buda le contesto…”sin detenerme y sin sobre esforzarme”. En eso consiste, siempre intentarlo, pero sin tensión, y para eso tienes que prestar atención a las emociones que surgen en los momentos que perturban o incomodan.
Este ejercicio, además, tiene mucho que ver con la percepción de nuestra obsesión por el control, la vida es así, es un caos y mientras no lo aceptemos así sufriremos, además no tenemos control sobre nada, “sobre nada”. Así que intenta colocar las siete piedras y observa el escenario, porque más que el paisaje que muestra la imagen me seduce el lugar en mí desde donde lo percibo. Además, tomo consciencia de que cuando surge el enfado por no poder colocarlas, no es mi yo quién se enfada sino una parte de mí, quizás mi deseo de control, o mi obsesión por ser capaz de todo. Si surge la frustración, la incapacidad porque se caen, prestas atención al lugar de donde surgen estos pensamientos. Y si cuando ya las has colocado alguien las tira o se caen, vuelves a empezar, será una excelente oportunidad para volver a empezar.

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